ISFDAC ‘Alberto M. Crulcich’
Espacio Curricular: Metodología Aplicada
Docente: Lic. y Mag. María Rosa Di Santo
La Rioja, 2010
Apunte de cátedra:
Metodología aplicada al desarrollo de contenidos
Cualquiera sea el lenguaje que nos interese aplicar, el soporte y las tecnologías que usaremos, éste espacio curricular se dedica casi exclusivamente a analizar cómo se producen contenidos para apropiarnos de herramientas que nos permitan hacer el trabajo nosotros mismos. Es que el camino que va desde la idea hasta la realización de un audiovisual ficcional o no ficcional, si es que sus límites están claros, no es fácil. Es un camino que implica búsquedas, tomas de decisiones, tomas de posición, elecciones y descartes, porque básicamente supone empezar por lo que uno sabe – o cree que sabe – sobre un tema, hasta conocerlo, dominarlo lo más posible, para lo cual hace falta ir más allá de las apariencias, del sentido común, de nuestras primeras impresiones y percepciones.
Por eso, como no es fácil, se adoptan caminos. Todas las metodologías son caminos, como hojas de ruta, que se usan de diferente forma según sus objetivos. Hay metodologías de la investigación científica pura y aplicada, metodologías para escribir determinado tipo de textos, metodologías para producir audiovisuales, metodologías filosóficas, metodologías para enseñar y para aprender, por ejemplo, y metodologías para convertir ideas en el desarrollo de contenidos que puedan servir de base para la producción de programas o segmentos radiofónicos, audiovisuales, multimediales. La metodología nos propone un camino posible y ordenado, aunque podríamos seguir otros. Es como si nos facilitara mapas para ubicarnos en el espacio y en el tiempo, para usar lo más racionalmente los recursos, para prever, para definir, etc.
Las preguntas que orientarán nuestro trabajo en la materia son las siguientes:
- ¿Bajo qué parámetros podemos elegir un tema que sea de interés para un determinado tipo de público?
- Ese tema debería interesarnos primero a nosotros ¿qué sabemos de él? ¿cómo podemos saber más?
- ¿Cómo hacemos para que nuestro interés se transmita a ese público que es nuestro objetivo alcanzar, es decir, para que nuestra propuesta resulte atractiva?
Un método es un “camino hacia algo”, “persecución” o “esfuerzo para alcanzar un fin o realizar una búsqueda”. Podríamos definir al método como “el camino a seguir mediante una serie de operaciones, reglas y procedimientos fijados de antemano de manera voluntaria y reflexiva, para alcanzar un determinado fin que puede ser material o conceptual” (Ander Egg; E. 1990; ‘Técnicas de Investigación social’. Edit. Humanitas. Arg.). Cuando decimos ‘fijados de antemano’ quiere decir que todo método supone una planificación de acciones de diverso tipo, es decir, qué haremos, cuándo lo haremos, quién lo hará, cómo, dónde y con qué objetivos. Y por lo tanto estamos hablando de un trabajo sistemático, de acción racional: queremos lograr tal cosa, haremos para ello todo este plan.
Todos los métodos comparten estas características:
- Ayudan a una mejor utilización de los medios o recursos para acceder al conocimiento de una determinada porción de la realidad;
- Fijan de antemano una manera de actuar racional, que busca alcanzar sus resultados;
- Guían, establecen un camino a seguir
- No son infalibles (a veces fallan) y que estén fijados de antemano tampoco quiere decir que sean inamovibles. Uno puede modificar el camino trazado, siempre que pueda fundamentar el cambio.
- Se vuelven operativos a través de procedimientos y técnicas, que son herramientas prácticas y operativas que normalmente forman parte de algún método.
Para aplicar cualquier método, nuestras mentes necesitan llevar adelante las siguientes operaciones:
-Enumerar, describir, prácticamente hacer un inventario de lo que hay y caracterizarlo.
-Comparar, distinguir, buscar similitudes y diferencias; no descartar lo pequeño, quedándonos siempre con lo más grande.
-Clasificar, poner en contexto temporal y espacial, para ubicar los hechos observados en su escenario.
-Explicitar qué queremos decir con cada concepto que usamos, de qué estamos hablando. Esto es conceptualizar.
-Identificar aspectos y puntos de vista diferentes sobre un mismo hecho.
-Buscar contradicciones y oposiciones
-Relacionar el hecho que nos interesa con sus posibles causas y consecuencias (explicación) y/o sus correlaciones (en qué medida un cambio en el problema que nos interesa se relaciona con otros cambios en otros problemas)
Por lo tanto, cada vez que queremos conocer más de la realidad que su sola apariencia, necesitamos investigar.
Investigar nos permite saber qué ocurre; cómo ocurre; quiénes tienen participación directa y/o indirecta con el hecho; para qué; por qué; qué relación guarda ésto que nos interesa con otras cosas que también están pasando o que pasaron antes y qué relación podrían tener con otras cuestiones en el futuro. Estas preguntas, aparentemente tan básicas, son las que convierten un hecho o idea en una situación problemática. Es decir, convertimos un hecho o idea en un problema. Sólo problematizando conocemos. Tanto si pensamos en hacer un programa de ficción como un documental o desarrollar una noticia, necesitamos problematizar la realidad. En investigación, los problemas existen porque nosotros los construimos adrede.
Por eso, investigar es conocer y conocer es ir más allá de lo aparente. Normalmente creemos que conocemos, pero la verdad es que conocemos poco, porque es imposible profundizar en la diversidad que presente la realidad en la que vivimos. Investigar es averiguar o descubrir alguna cosa, es emprender una búsqueda. Y el método es el camino que seguimos en esa búsqueda.
La materia se llama Metodología Aplicada. Bien, hablamos de metodología aplicada cuando pretendemos seguir un determinado camino para hacer algo en concreto. No vamos a ver aquí investigación científica ni hacer ciencia para aumentar el conocimiento. Haremos investigación aplicada al desarrollo de contenidos que puedan ser comunicados a otros en diferentes lenguajes y soportes. Buscamos conocer para hacer.
Los pasos básicos para investigar metódicamente un hecho y, sobre esa base, luego hacer algo con el conocimiento que obtengamos son:
1.- Me planteo una idea o hecho que, por alguna razón resulte de interés.
2.- Observo si ese interés puede también ser o convertirse en el interés de otros.
3.- A través de preguntas estratégicas, intento convertir esa idea o hecho en un problema, en una situación problemática
4.- Mediante la aplicación de una metodología, investigo todo lo posible sobre el hecho hasta tener una idea global de su complejidad.
5.- Elijo entonces qué de toda la idea o hecho me interesa más y mientras tanto pienso cómo podría llegar a presentar el producto final y a quienes pretendo que les interese.
6.- Recorto el problema a una determinada situación que sea posible de abarcar en los tiempos y con los recursos que tengo, teniendo en cuenta que mi foco de atención debe ser puesto en contexto siempre.
7.- Explicito los objetivos: qué quiero saber, qué quiero mostrar.
8.- Profundizo en la búsqueda de información sobre ese recorte a través de la aplicación de las técnicas que considere más apropiadas a los tiempos, los recursos y el soporte y lenguaje que utilizaré para presentarlo.
9.- Defino qué entiendo por cada concepto clave que voy usando, como si hiciera un glosario, para lo cual puedo usar definiciones de otros o hacer las propias (llamadas definiciones operativas).
10.- Ordeno, sistematizo y analizo la información recogida.
11.- Pregunto, indago todo lo que no entiendo de esa información, buscando especialistas (en libros, documentos, archivos o personalmente) que me ayuden.
12.- Saco conclusiones
13.- Busco la manera más atractiva de transmitir ese contenido a los demás, teniendo en cuenta sus propias características de consumo y teniendo bien en claro a quiénes, de manera privilegiada, me estoy dirigiendo. Luego armo el guión y emprendo la etapa de realización en sí misma.
Competencias básicas de los realizadores
Hay tres aspectos claves de nuestro trabajo como realizadores (Taller de Lenguaje III y Producción Audiovisual; ECI; UNC):
1.- Aprender a ver: “debemos situar los acontecimientos que ocurren en la realidad en un contexto, lo que nos va a permitir saber qué es lo importante y qué es lo accesorio, saber también qué es lo que se sabe acerca de lo que ha ocurrido y qué es lo nuevo, en qué situación ocurren los hechos y cuáles son los posibles sentidos que puede tener un mismo hecho”. Pero básicamente, también supone atender a otra problemática: “¿desde dónde miramos? Porque éste desde dónde tiene que ver con quién soy, dónde me ubico y cómo miro la realidad, tiene que ver con un autoconocimiento y la ubicación de uno mismo en una situación más general”. Guy Tuchman, una investigadora norteamericana especialista en ‘Newsmaking’ (Producción de noticias) usa esta metáfora para explicar lo que intentamos decir: cada uno de nosotros miramos la realidad a través de nuestros ojos, que son como una ventana al mundo. “La visión a través de una ventana depende de si la ventana es grande o pequeña, si tiene muchos o pocos cristales, si el vidrio es opaco o claro, si la ventana da cara a una calle o patio. La escena que se despliega depende también de dónde está uno, lejos o cerca, alargando el cuello hacia un costado o mirando recto hacia adelante, con los ojos paralelos a la pared en la que está colocada la ventana o no”. Es decir, nuestro ‘punto de mira’ condiciona lo que vemos y cómo construimos la realidad. Estamos hablando de nuestra subjetividad.
2.- Saber contar: Saber contar a los demás lo que hemos visto es estar en condiciones de desarrollar un contenido en base a una estructura, un orden lógico, que implique una selección de elementos para conservar los que nos parecen más significativos y descartar los accesorios; y que supone una secuencia de relatos que sea comprensible para los demás.
3.- Saber mostrar lo que escribimos: Aquello que hagamos en esta etapa en que se aplica la metodología, cuando desarrollamos un contenido, debe estar orientado a llegar a nuestros receptores desde la premisa de saber que lo normal, entre emisor y receptor, son las asimetrías o faltas de concordancia entre lo que queríamos decir y lo que cada receptor efectivamente entendió. Por eso, saber elegir el orden y los elementos que utilizaremos en relación a las características de nuestro público objetivo es absolutamente clave. No es lo mismo pensar un contenido para personas mayores de 60 años que para los niños en edad del jardín de infantes. No es lo mismo un contenido para gente que vive a 500 kilómetros de cualquier lugar conocido que aquella que reside en grandes ciudades. Y si nuestra propuesta puede tener alcance global, pensar cómo hacer para que al menos una base de sentido quede clara para la mayoría posible de personas.
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