Por María Rosa Di Santo
Por estos días
la Rioja vuelve al discurso público nacional por dos razones: el calor excesivo
y la resistencia ciudadana a los emprendimientos megamineros.
Enfocando la
segunda y escribiendo desde la primera - 40 grados -, la impresión es que esa
resistencia atraviesa a la sociedad sin importar las tendencias político
partidarias de los ciudadanos.
Del otro lado
de estos territorios andinos, los que se van anoticiando y recuerdan que 'el
Famatina no se toca' sigue vigente desde hace muchos años, no parecen
comprender. La minería es necesaria, dicen, capaz pensando en una
pesadillesca distopía de no poder
mantener sus celulares en funcionamiento.
Los más informados sostienen que el país
(otra vez, otra vez más) necesita divisas y debe explotar la megaminería
para exportar y así pagar una deuda externa que todos – los que la tomaron y
los que la habilitaron – sabían que era impagable y que no benefició a los
pueblos que hoy deberían sacrificarse.
Y claro que la
minería es una actividad lícita y necesaria, pero no a una escala mega que la
convierte en incontrolable en nombre de la rentabilidad de la inversión.
Por aquí ya
sabemos que el Estado no controla; que los informes de impacto ambiental son
sospechosos; que no hay técnicos que, con los sueldos que cobran como empleados
estatales, resistan un plus que es una fortuna para ellos y unas monedas para
las multinacionales. Y cuando los hay,
son trasladados, removidos, olvidados en
alguna oficina ignota. Nada nuevo. Hasta
Borges vivió esto.
También sabemos
que las empresas no se ocupan de los pasivos ambientales que dejan a su paso,
como bien se puede observar en Los Colorados, después de la explotación de
uranio entre los 80 y los 90. El poblado homónimo fue diezmado por la enfermedad y la
muerte, pero nadie les advirtió en su
momento de los daños colaterales de la
mina. Los sobrevivientes de Los Colorados aún no tienen ni electricidad. ¿Dónde
está el desarrollo que 'derrama' sobre los más pobres? ¿Dónde está el
desarrollo entre los pueblos vecinos en San Juan, como Jachal,
otrora una inmensa quinta que nos proveía de frutas y verduras? ¿Dónde
está el desarrollo entre las zonas afectadas por Bajo la Alumbrera en
Catamarca?
En la Rioja
tenemos un doctorado en discursos mentirosos de políticos ambiciosos y
condicionados. ¿Quién no recuerda por aquí las loas al supuesto impacto
positivo de la minería del gobernador y presidente Carlos Menem cuando iniciaba
con bombos y platillos La Alumbrera; del
gobernador y antes secretario de minería de la nación, el geólogo Ángel Maza; del panqueque Luis Beder Herrera después de
haber alcanzado el
poder?
Las mentiras
oficiales ni siquiera requieren lecturas de archivos periodísticos sobre Nonogasta,
departamento Chilecito. Basta ver los
residuos contaminantes que viene dejando la ex curtiembre Yoma a cielo abierto
desde hace 30 años. O el registro de enfermedad, discapacidad, malformaciones y muerte de sus
habitantes. Nuestro pequeño Chernobyl... Con el verso de la creación y
mantenimiento de la fuente de trabajo, las autoridades ocultaron y negaron
sistemáticamente que este tipo de industria es una de las más contaminantes que
se conocen.
La Rioja
necesita desarrollarse, es cierto. Necesita
fuentes de trabajo alternativas al propio Estado, pero que perduren, no que
sean temporales.
El cómo es una
discusión de fondo que la política no da, porque los partidos principales son
ortodoxos en tal sentido y el PRO de Mauricio Macri no se diferencia del Peronismo. Basta con revisar la historia económica
argentina para ver las continuas oscilaciones entre quienes más o menos
redistribuyen una riqueza que proviene básicamente de la exportación de
materias primas con escaso valor agregado.
Casualmente, el
imperativo de exportar desde soja y carne, trigo y maíz, petróleo y oro o lo
que venga, es más potente cada vez que hay que pagarle a los acreedores
externos. Desde la Baring para acá ¿quiénes, aparte de los prestamistas, se han
beneficiado con la toma de deuda incluso para pagar deuda, como Mariu Vidal
dijo que ellos hubieran hecho si eran reelectos?
¿No es
llamativo que potencias como Inglaterra antes y EEUU ahora presten dineros bajo
condiciones que saben inviables a cambio de compromisos que les aseguran los recursos que
necesitan y la injerencia permanente sobre la política local?
A pedido de
Trump, Macri fue beneficiado como nunca
nadie en el mundo por el FMI. Fue un
aporte a su campaña ( y ni así pudo
ganar) pero a la vez una inversión a mediano plazo: el FMI podría controlar la
gobernanza en caso de que la ultraderecha perdiera.
Y así es. Desde
que se tomó esa deuda no hablamos de otra cosa. A medida que se acercan los
vencimientos, se convierte en el tema único de la agenda nacional.
El gobierno peronista
necesita divisas y apuesta a lo de siempre, exportar. Pero no exportar con valor
agregado, que genere fuentes de trabajo, sino sacar del país recursos naturales
y materias primas. Como digo, lo que venga. El
mismo modelo desde fines del XIX. El
mismo modelo que aplicaron sucesivos gobiernos de facto y democráticos que, en
lugar de reducir la pobreza, la aumentaron.
Entonces ¿por
qué, por qué hay poblaciones ancestrales
que deben aceptar el sacrificio para satisfacer los deseos de nuestros
acreedores y la impotencia de nuestros gobernantes?
La respuesta
ciudadana es NO.
Llámennos
ignorantes, atrasados, lo que quieran. Bárbaros,
como decía Sarmiento. Aunque no lo parezca, por aquí venimos aprendiendo de los
propios yerros de quienes nos
representan basados en un sistema político partidario que hace agua por todos lados y por un modelo
de país que apuesta a lo conocido y al viejo estilo unitario de tomar
decisiones.
No. La Rioja es
la provincia con menos agua del
país, una provincia caliente, adversa en
su clima, bellísima en su geografía.
Hasta ahora, tiene cuatro universidades, es decir que forma
profesionales se supone que capaces en lo suyo. Sin embargo, como una constante
desde la organización nacional, sigue sometida a los dictados nacionales porque
depende de sus fondos en más del 90% de lo que invierte sólo para sobrevivir.
Así es como los sucesivos gobiernos centrales presionan a los locales para
lograr imponer sus políticas, como ahora la megaminería. Pero nosotros ya sabemos, ya no somos Los
Colorados. Leemos, nos informamos, consultamos y observamos acá nomás, en
nuestro territorio y en los de nuestras provincias vecinas.
Y decimos que
no, que no pasarán, porque cuando pasan
y se instalan no las saca nadie. Se van solas dejando el daño, con las alforjas
llenas.
Un país
bendecido con riquezas naturales soñadas para otros no puede quebrarse por la
inoperancia, la cortedad de miras y la corrupción de las minorías. No podría,
no debería, pero aquí andamos, quebrados. O al menos las mayorías.
Hace poco vi un
documental que recomiendo sobre el Congo. Su maldición es casi similar a la
nuestra: tiene, por propia naturaleza, de todo. A diferencia de los congoleños,
nosotros también tenemos la educación. Con sus falencias, eso aún nos
distingue. Bueno, habrá que pedirles a los genios de la economía que imaginen,
inventen, piensen algo nuevo que sea lo menos nocivo posible.
El
calentamiento global, las pestes, la contaminación ambiental son los pasivos
ambientales de los modelos de producción conocidos. Ya que estudian tanto y
trabajan asesorando ¿qué tal si piensan alternativas? ¿O vamos a seguir siendo
un país con una historia con hipo?