jueves, 28 de mayo de 2009

Apunte 4: Convergencia e Hipertexto

ISFDyT ‘Alberto Mario Crulcich’ - ISFT ‘Otto Krause’
La Rioja, mayo de 2009
Lic. y Mag. María Rosa Di Santo




Apunte de cátedra Nº 4:

Convergencia e hipertexto



Las dos palabras que se utilizan en este título, convergencia e hipertexto, hacen referencia a dos tipos de fenómenos entrecruzados: uno de carácter tecnológico: la convergencia, y el otro lingüístico: el hipertexto. Ambos se han potenciado desde que el modelo digital avanzó sobre el modelo analógico y todo puede ser convertido en bits.

Las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (NTIC), como toda novedad tecnológica cuando alcanza masivamente a la población (el habla, la escritura, la imprenta, el cine, la radio y la televisión, en cada uno de sus momentos históricos), transforman el contexto y, en el mediano y largo plazo, modifican las maneras en que el hombre se vincula con otros, con el conocimiento y con nuevas formas del percibir, pensar y hacer. Y esto es, a la vez, tanto una oportunidad como una amenaza y, por eso, nos conviene ser escépticos y estar tanto atentos a los cambios previsibles como a los imprevistos.

Por lo pronto, lo que sí sabemos es que la digitalización ha avanzado sobre todos los terrenos y ya es imparable. La era digital ya comenzó, como advierte Aguiar, y “no podemos seguir actuando como si esto no sucediera” (op. Cit. Pág. 17). Cruza, atraviesa, todos los soportes, lenguajes y discursos conocidos y nos propone, a la vez, una modalidad de uso en la recepción y en la producción que tiene una lógica nueva: el hipertexto. La digitalización avanza, además, gana terreno sobre todo desde que pudo soportar el peso del lenguaje audiovisual en la mayoría de los sistemas y lo pudo poner a disposición en casi todas las pantallas. Estos cambios, que afectan la producción, la circulación y el consumo – es decir todas las etapas de los procesos de comunicación – tienen que ser abordados desde el periodismo, desde la comunicación educativa, desde los diferentes enfoques teóricos de la comunicación, desde la bibliotecología y la archivología, y desde el arte, para hablar sólo de los campos en que desarrollo mis clases de comunicación, periodismo y comunicación educativa.

Como cuenta Roberto Igarza, en su paso por la academia y por la industria cultural “puse el esfuerzo en entender cómo las nuevas formas de expresión cultural en que se entrecruzan dimensiones estéticas, narrativas, sensoriales, tecnológicas y económicas introducen cambios masivos en la forma de producir, distribuir y consumir contenidos. Experimenté la reorientación hacia nuevos negocios ineluctablemente dirigidos a pelear por un espacio en la pantalla de la computadora y del teléfono móvil. Allí, donde proliferan los medios sociales, los encuentros entre mundos virtuales y realidad, donde se comparten videos y se producen de manera colectiva, descentralizada y sencilla grandes cantidades de información en blogs y wikis, allí se juega el futuro desarrollo del sistema mediático” (op. Cit. Pág. 8).

Nos toca vivir en la era de la Sociedad del Conocimiento. “El mundo pasó por dos grandes etapas de desarrollo económico: la Era Agrícola y la Era Industrial. Desde hace una década (1997) ingresó de lleno en la tercera etapa: la Era Digital, la Era de la Sociedad del Conocimiento”, caracterizada como aquella en que “el principal generador de valor económico es el saber, el valor agregado intelectual a las cosas y a las acciones”, donde “lo más valioso es la innovación, la generación de ideas, el añadido intelectual a lo que se venía haciendo. Se privilegia la capacidad de entender e incorporar el cambio, de inventar, de proponer, hacer o mostrar de una manera diferente, más rica, más completa o más útil. Pero nueva” (Aguiar, pág. 21).

Es decir, estamos ante dos desafíos: de continente y de contenido.

Los desafíos de contenido deben y pueden trabajarse ya mismo en la educación en general, desde los primeros años de la escuela hasta la educación superior, mediante la revisión de todos los planes de estudio de la formación profesional, la actualización de los docentes, sus proyectos de cátedra y sus clases, para generar de manera urgente una sólida formación en criterios de percepción, selección, valoración y apropiación de contenidos significativos. El segundo desafío: de continente, depende de condiciones macrosociales que deberán cumplirse para que los argentinos y los riojanos podamos participar de esta Era del Conocimiento y para que esta nueva etapa sea más inclusiva que las dos anteriores. El continente depende de condiciones objetivas por las cuales hay que luchar, para que se definan y apliquen políticas públicas tendientes a conseguir un sistema de telecomunicaciones que garantice la competencia; el control efectivo de entes reguladores confiables para frenar los ímpetus concentradores de los grandes capitales; el fomento a la inversión; y conseguir un bajo costo de conexión para que el acceso a la tecnología sea universal, nos alcance a todos.

Joaquín Brunner, director del programa de educación de la Fundación Chile, advierte en relación a ambos desafíos que “el problema para la educación en la actualidad no es dónde encontrar la información, sino cómo ofrecer acceso sin exclusiones a ella y, a la vez, aprender y enseñar a seleccionarla, evaluarla, interpretarla, clasificarla y usarla” (en Aguiar, pág. 114)

Como vemos, en relación al desafío del contenido, de lo que se trata básicamente es de promover el desarrollo de competencias que en algunos casos no son nuevas, pero que en muchos casos han cedido terreno frente a la transmisión de información. Hoy está disponible cada vez mayor cantidad de información. El tema es qué hacer con ella. Demasiada información (sobreinformación) - decimos los de comunicación - es un problema parecido al que provoca escasa información (subinformación): en ambos casos lo más probable es que estemos desinformados. Podemos tener mucho a mano, pero que no sea significativo para nuestras vidas, para nuestras decisiones, para nuestra vida ‘real’. Piscitelli alerta: “nos incomunicamos tanto cuando carecemos de medios y de relaciones, de soportes y de condiciones mínimas, como cuando somos atiborrados de mensajes y el tiempo de uso es ignorado a favor del tiempo de cambio”. En definitiva, “ante tanta proliferación de medios (y, podríamos agregar, de discursos, de textos, de lenguajes, de emisores) lo que nos carcome es saber si estamos frente a una saturación comunicativa o una emancipación narrativa” (op. Cit. Pág. 24/5).

Lo concreto, lo que sabemos hasta ahora, es que la información es un bien que se multiplica de manera geométrica, es multidimensional, proviene de variedad de fuentes gracias a las redes informáticas, cada vez ocupa menos espacio y cada vez su velocidad de transmisión es más rápida.

Desde el nacimiento del chip la posibilidad de almacenar información es increíblemente grande. En 1965 Gordon Moore – científico y co-fundador de la empresa Intel - escribió un artículo en una revista de electrónica donde pronosticó que cada dos años los chips duplicarían su capacidad en igual superficie. Luego rectificó y dijo que lo harían en ¡18 meses!. Desde entonces, la llamada ‘Ley de Moore’ viene ratificándose en la práctica y esto quiere decir que “cada año y medio, a igual precio, los chips y las computadoras que los utilizan pueden procesar o almacenar el doble de información” (Aguiar, pág. 64). En 2005, el CEO de Intel, Paul Otellini, redobló la apuesta y dijo que los chips pueden multiplicar su capacidad a un ritmo más acelerado aún que el año y medio!!!. Es decir, un celular, un MP3, una computadora, todo lo que tiene un chip incorporado puede ofrecer, por el mismo precio, el doble de su capacidad en menos de 18 meses. Por eso la obsolescencia de los equipos es tan rápida y ya ni se nos ocurre comprar un electrodoméstico “que dure para toda la vida”, como decían mis abuelos. En materia de computadoras, nos pasa lo mismo. Compramos una hoy y dentro de dos años su capacidad, que era inmensa al momento de la compra, será insuficiente para las prestaciones que pone a nuestra mano Internet o los sistemas operativos, por ejemplo.

Lo que también la Ley de Moore está diciendo, y eso es muy importante para asegurar un nivel universal de acceso a las telecomunicaciones vía digital, es que la tendencia es que se puede dar siempre más servicio por menos precio. Y no menos importante: las redes informáticas crecen casi sin dueño, sus aplicaciones se multiplican y, salvo temporales excepciones en el mundo (como China, Cuba, Corea del Norte y otros pocos países), es muy difícil detenerlas, que no se filtren .


Las distancias relativas entre unos y otros


Todo el panorama planteado anteriormente sería increíblemente bueno si no existieran dos brechas que dividen de diferente manera a la humanidad:

1.- La brecha generacional: lo que para nuestros niños y jóvenes – nativos digitales - se desarrolla como competencia a través del juego y la necesidad de relacionarse con sus pares con ‘naturalidad’ desde sus primeras infancias, para los más grandes – inmigrantes digitales – acceder a las NTIC implica un esfuerzo importante que no todos pueden o quieren hacer.

Como dice Igarza, “los ‘nativos’ usan una tecnología digital que soporta una gran proporción de sus actividades diarias. Su conocimiento de la realidad es más el resultado de una apreciación mediatizada que de una observación directa y una experiencia de vida personal. Están habituados a un modelo comunicativo que conjuga:

I.- Integración: la tecnología se combina con formas creativas para generar nuevas formas híbridas de expresión. Por ejemplo, suben sus grabaciones caseras (audiovisuales o en audio) a sus sitios y los comparten con sus amigos en las redes virtuales tipo Facebook, a la vez que pueden interactuar entre ellos mediante mensajes fragmentados.

II.- Interactividad: el usuario manipula e influye directamente en su experiencia con los medios de comunicación, y a través de ellos establece comunicación con los demás, a través de esas comunidades virtuales, el chat, los comentarios que puede hacer en sitios ajenos, la provisión de materiales a sitios de los grandes medios, etc.

III.- Hipermedialidad: cada usuario, a voluntad, va creando una traza propia de interconexiones, que veremos más adelante en relación al hipertexto.

IV: Inmersión: el usuario navega inmerso entre formas y presentaciones no lineales, según sean sus opciones de consumo, es decir, qué prefieren hacer en red: comunicarse con otros, subir contenidos, revisar los contenidos de otros, establecer nuevas relaciones, etc.

En cambio, los ‘inmigrantes’, cuando con mucha voluntad se acercan a un mundo que no era aquel en que se formaron, prefieren “recibir información controlada de fuentes limitadas antes que recibir información rápidamente desde fuentes multimedia múltiples que no son seguras”.
Además, a diferencia de la facilidad de los ‘nativos’ por procesar en paralelo varias tareas a la vez, varios lenguajes a la vez y de manipular el hipertexto, los ‘inmigrantes’ tienden a hacer una cosa por vez y prefieren procesar textos lineales en lugar de imágenes, sonidos o videos y menos aún en su combinación plena (pág. 36/7).

2.- La brecha socio-económica o estructural: la tecnología se ‘monta’ en las condiciones previas de existencia. A menos que los Estados nacionales, provinciales, municipales actúen, los pobres – la mayor parte de la población del mundo – serán cada vez más pobres, estarán en peores condiciones para salir de la pobreza porque, básicamente, serán infopobres: estarán a merced de pocas fuentes de información, orientadas básicamente al entretenimiento mediante lógicas industriales de producción de la cultura. Por el contrario, los ricos serán cada vez más competentes. Serán inforicos y tendrán la mejor gama de posibilidades para tomar decisiones que les permitan mantener o ganar una mejor posición relativa en el mercado, la sociedad y, por ende, en las relaciones de poder.

Algo es muy claro: Solas, las tecnologías no resuelven los problemas previos de desigualdad creciente.

Por eso la educación pública, gratuita y universal tiene que cumplir un rol fundamental. El problema es que los educadores somos, en la mayoría de los casos, inmigrantes digitales y que, además, por el poder adquisitivo que tenemos, también somos, en la mayoría de los casos, infopobres, aunque haya quienes que – sin necesidad de mucho dinero – se las arreglan para privilegiar lo importante en su ejercicio profesional.

Aprovechar la Era de la Sociedad del Conocimiento requiere del desarrollo de capacidades como:
- “Tener una gran capacidad de lectura y análisis de documentos diversos,
- Distinguir las fuentes principales de la búsqueda de las accesorias o poco confiables,
- Sintetizar y abstraer lo esencial de cada documento en poco tiempo,
- Abordar trabajos relacionados provenientes de diferentes orígenes disciplinarios o de entornos culturales diversos,
- Aunar la abstracción, generalización y universalización de los conocimientos con la propia experiencia,
- Presentar esquemas bien estructurados de trabajo, innovadores, con claridad conceptual, que convenzan al interlocutor y permitan el trabajo en común o su aplicación en otros entornos” (Aguiar, pág.113).

Sin embargo, la impresión es que algo hemos estado haciendo mal si entre 6 y 8 de cada 10 jóvenes que terminan la secundaria en La Rioja, y aproximadamente la mitad en todo el país, presentaban un bajo rendimiento en las evaluaciones de la calidad educativa en áreas básicas del conocimiento, como lengua y matemáticas . Cuando el Ministerio de Educación de la Nación habla de bajo rendimiento, está diciendo que esos alumnos que terminan la secundaria presentan dificultades para “alcanzar un nivel satisfactorio en una mayoría relevante de los siguientes saberes: reconocer datos, hechos, conceptos y valores; realizar procedimientos para obtener resultados, comunicarlos y argumentar sobre ellos, explorar e interpretar diversas fuentes de datos; analizar situaciones sociales o de la naturaleza y resolver problemas, sobre los contenidos y capacidades correspondientes a su nivel de escolaridad de acuerdo con los documentos curriculares considerados como referentes”.


La convergencia y los llamados ‘nuevos medios’



Hablamos básicamente de convergencia en relación a la manera en que tienden a entrecruzarse la industria y los servicios informáticos (hardware y software), las telecomunicaciones y las industrias que producen contenidos para el entretenimiento, la información, la formación y el desarrollo. Dice Fidler que “la convergencia se asemeja más a un cruce de caminos o un matrimonio, que da por resultado la transformación de cada ente convergente, así como la creación de nuevos entes” (pág. 63).

En principio, decíamos, la convergencia es un desafío tecnológico pero justamente por eso, y porque supone grandes inversiones y definiciones políticas de envergadura, es un desafío económico y político de dimensiones fundamentales. Y también un desafío cultural, porque dependerá de las características propias de cada pueblo el que se familiarice más con una opción que por otra, es decir, en cómo esta convergencia ‘se naturalice’ a medida que pasa el tiempo. La manera en que en cada país estructure la convergencia, que no está aún definida, será como observar a un jugador cuando tira los dados en la mesa de juego: en buena medida, definirá a quiénes alcanzará la convergencia. El futuro es incierto y hay que lidiar con eso, pero estar atentos.

La convergencia puede tomar diversos caminos. El cruce de servicios puede hacer centro en la computadora hogareña conectada por cable a la red; o bien en la televisión, pero en un servicio mejorado en relación a lo que se conoce ahora; o en la telefonía móvil multimedia, las computadoras portátiles y la conectividad inalámbrica. En cualquiera de los casos, las NTIC actuando de manera convergente provocarán cambios en nuestros estilos de vida, en nuestras prácticas.

Por lo pronto, Internet logró cambiar hasta ahora siete paradigmas (Igarza, pág. 109 a 128)

a.- Interactividad: sustituyó la unidireccionalidad (típica de los medios tradicionales) por la bidireccionalidad a través de sistemas más dinámicos, inmediatos y globales

b.- Personalización: cada usuario hace su menú de opciones de consumo cultural, cuando y cómo quiere.

c.- Multimedialidad: La convergencia es posible por el carácter multimedia de Internet, es decir, por su posibilidad de incorporar medios tradicionales y nuevos medios.

d.- Hipertextualidad: la información es construida por el usuario en base a fragmentos.

e.- Actualización: en lugar de la periodicidad con que los medios tradicionales actualizan la información, el usuario puede acceder a un ‘directo permanente’ que pone en riesgo la credibilidad de las fuentes, pero le da mayor libertad al depender menos de otros que deciden por él qué y cuándo tiene que conocer las noticias, por ejemplo.

f.- Abundancia: al tener cada vez más capacidad de almacenamiento y tráfico a menos o igual costo, ya no hay problemas de espacio, como en los medios tradicionales. Por lo tanto, se puede disponer de más información en menos tiempo.

g.- Mediación: la red permite el acceso directo del público a las fuentes de información sin intervención de los profesionales de medios y permite producir y editar contenidos sin filtro. Por lo tanto, multiplica indefinidamente la pluralidad de voces y diluye el sistema tradicional de autoridad; las tecnologías de producción y consumo son iguales; se reducen las barreras de acceso a la información; varían las pautas tradicionales de consumo; se rompen las ventajas basadas en el territorio o ubicación geográfica; se diluyen las ventajas de productores y distribuidores tradicionales; pone a la publicidad y al modelo tradicional de negocios en problemas; y afecta los derechos de propiedad intelectual.



La digitalización de los medios tradicionales y la creación de medios de comunicación e información específicamente digitales, a través de la convergencia tecnológica, ha dado lugar a los llamados nuevos medios: “los nuevos medios son el resultado de la digitalización de los medios y de los intercambios simbólicos y de la cultura en general, la que a la vez facilita la interactividad y la conectividad 24 horas/7 días” dice Igarza (pág. 17). Básicamente son formas culturales que dependen de una computadora y acceso a redes digitales para su producción, circulación y consumo.

Entre sus características específicas se encuentran:

- ofrecen una experiencia interactiva y abierta, un entorno que combina lenguajes, soportes y discursos variados
- la conectividad a la red permite el acceso remoto a contenidos informativos, formativos y de entretenimiento pensados para estos nuevos medios o para los medios tradicionales (libros, diarios, televisión, cine, discos, radio, etc.), además de la puesta en circulación libre de contenidos propios, sin límites de espacios geográficos,
- esa misma conectividad facilita la comunicación entre productores y usuarios, y entre usuarios entre sí
- Se utilizan en ‘tiempo real’ según la relación que se establece entre hombre y máquina, sea de manera sincrónica – al mismo tiempo, como en el chat – o asincrónica – cada uno accede en sus propios tiempos, como a través del correo electrónico.
- Requiere de receptores activos, capaces de involucrarse en experiencias que implican una sucesión de tomas de decisión rápidas (al elegir el camino a tomar, elijo también dejar cosas de lado e ir haciendo mi propio rumbo, armando ‘mi propia aventura’) y de valorar la confiabilidad de las fuentes
- Los usuarios pueden ser a la vez emisores/productores de discursos, de producción de ‘nuevos medios’, sea solos (por ejemplo a través de blogs o perfiles), sean en colaboración (como la enciclopedia Wikipedia).
- La producción y la lectura – que es también un recorrido de producción personalizada de sentido que será más o menos rico según el usuario – rompe el parámetro lineal de la lengua (el código verbal) y supone una inmersión en el hipertexto, con su lógica no-lineal.
- Están basados en la participación, la desintermediación (o menor cantidad de mediaciones entre emisión y recepción) y la tendencia al acceso sin cargo a los contenidos de interés

Una aclaración que creemos vale la pena: el avance tecnológico siempre supone períodos de coevolución, esto es: lo que conocemos no desaparece, coexiste con lo nuevo, pero mientras tanto los medios tradicionales de comunicación e información tienden a evolucionar junto a, y a través de, las nuevas tecnologías.

“El pasaje del off line al on line significó el cambio más profundo que la digitalización ha producido en los últimos veinte años” y es lo que permitió instalar el modelo de la Sociedad en Red. (Igarza, pág.54). Internet por banda ancha y la telefonía móvil, las cámaras digitales de fotos y videos y las que están incorporadas a los celulares, los mensajes de texto, las comunidades virtuales y los archivos digitales de los medios tradicionales a disposición de los usuarios, la conectividad inalámbrica, entre otros, están transformando las formas de relación interpersonales y potenciando la ‘fluidez’ de los contactos, de los que hablaba Zygmunt Bauman en ‘La modernidad líquida’. En un ritmo hiperacelerado, la gente, en relación a sus necesidades, se apropia de la tecnología y la usa según su conveniencia e interés, que puede ser muy variado y también muy positivo, por ejemplo cuando se trata de ampliar los canales a través de los cuales los ciudadanos comunes hacen oír sus opiniones, denuncian, se vinculan con otros sin la mediación de los medios o los representantes políticos y, más que nunca, se abre la posibilidad de una amplia participación política y social, más democrática, menos sujeta a los ‘gatekeepers’, a los que tienen por función ‘filtrar’ la información. Siempre y cuando, claro, las competencias de los usuarios sean las adecuadas. Y como vimos, en la mayoría de los casos, no lo son.

Como decíamos con Vidal (Cap. 1 de ‘¿Recursos virtuales para problemas reales?’, sobre una idea de Huergo), es necesario emprender un proceso de alfabetización múltiple, en el contexto propio del receptor, para “enfocar la realidad desde distintos puntos de vista”, apropiarse de “la reaparición de lo no verbal y lo concreto (específicamente a través de la imagen); la aparición de nuevas formas del aprender; la idea de un proceso educativo de carácter permanente, sin el control y recorte de la institución escuela (o cualquier otro ‘filtro’); y la inclusión fundamental de la alteridad y la pluralidad como ejes” para desarrollar nuevos “modelos mentales” que funcionan, de hecho, como “esquemas interpretativos a través de los cuales reformulamos y reestructuramos nuestra integración social, cultural e identitaria” (pág. 14). Esta nueva alfabetización requiere trabajar, desde la propia escuela, “las capacidades para ‘leer’ los nuevos medios y aprovechar las posibilidades de producción que esos nuevos medios y herramientas brindan a través de la promoción de recursos analíticos, críticos y creativos” (Ib.)



El hipertexto y la lógica de producción no lineal


Un hipertexto, para decirlo lo más sencillamente posible, es un lenguaje de síntesis que abre un abanico casi infinito de redes posibles tejidas en cada una de nuestras experiencias de navegación a través de nexos, palabras claves o enlaces, que pueden relacionar textos producidos en diferentes lenguajes (escritos, sonoros, audiovisuales, fotográficos, etc.) por diferentes fuentes de información (instituciones, personalidades, personas comunes, etc.), puestos en diferentes sitios de la red, en diferentes tiempos y lugares geográficos y con muy diferente intencionalidad. Y a su vez, el producto de cada experiencia de navegación de cada usuario es en sí mismo un hipertexto (no un texto en el sentido tradicional), “una construcción personalizada” (Igarza, pág. 73).

Lo más original del hipertexto, para San Martín (pág. 27), es cómo opera la construcción de sentido a partir de la interacción profunda de los diversos lenguajes que lo componen, entre cuyas características la no linealidad es una cuestión no menor. La escritura hipermedial o hipertextual se nutre de diferentes lenguajes, que por sí mismos son complejos: el verbal, el radiofónico o sonoro, el icónico o de la imagen, el diseño, el audiovisual (en sí mismo muy complejo), a la vez que de recursos muy variados, como las simulaciones, grabaciones de dramatizaciones, archivos sonoros o audiovisuales, textos escritos, cuadros, diagramas de diferente tipo, gráficos en general, y un largo etcétera. El nuevo texto, cada hipertexto, termina no siendo radio, no es televisión, no es cine, no es gráfica. “…implica un tratamiento simultáneo de lo verbal y lo no verbal escrito y oral teniendo en cuenta las posibilidades interactivas del destinatario y del soporte tecnológico” (pág. 33).

Es no lineal porque rompe la linealidad, la secuenciación típica del texto escrito, que se supone uno comienza por el principio y debería leer hasta el final (como espero que ocurra con este apunte, por ejemplo). En el hipertexto uno sabe dónde comienza, pero no sabe por dónde irá y hasta dónde llegará, y qué cosas habrá dejado sin observar – que hubiera valido la pena conocer - en ese camino marcado por la fragmentación. Eso, cuando uno lee, cuando está en el lugar del usuario. Si uno se posiciona en productor de hipertextos, va pensando una totalidad y a la vez marcas, pistas (los nexos) y estableciendo vínculos. Pero debe también ir previendo que no necesariamente el lector seguirá el recorrido propuesto. Antes bien, lo más probable es que no lo siga. Entonces es también un desafío: ¿cómo armarlo para que se pierda lo menos posible nuestra propuesta de sentido? No es fácil. Es que las lógicas de producción y de lectura de los hipertextos son diferentes porque estamos ante un lenguaje nuevo y no hay ‘buenas’ recetas.

Como dice Fernández (en Emiliozzi, 2003, pag. 141, cit. por Vidal et all.) desde la perspectiva de una docente de lengua de la UBA, el hipertexto integra, en forma de estrella, “un conjunto de textos conectados por lazos” que si bien permiten la lectura lineal, “abren a la vez múltiples caminos cuyo recorrido depende, en última instancia, de la curiosidad y competencia del lector” (Di Santo, en Triquell y Vidal, op. Cit. Pág. 37).

Pero, a la vez, los hipertextos “desvanecen los roles tradicionales de autor y de lector” porque ambos terminan siendo autores de sus propios recorridos. Y son una propuesta multimedial abierta, posible mediante un ‘metamedio’ como llama Igarza a Internet, porque es la red madre que, convergencia mediante, sirve de soporte al resto de los medios, tanto las versiones on line de los medios industriales tradicionales, como los nuevos medios. Esta “multiplicidad y fragmentación de medios, lenguajes y textos ha ampliado el campo de toda práctica de comunicación, pero también el de las polémicas sobre sus posibilidades didácticas y sus efectos sociales” (Steimberg en San Martín, pág. 10).

Es que “el sentido en la hipermedialidad (hipertextualidad) se construye desde el concepto de multiplicidad:

- multiplicidad de recorridos y secuencias posibles de lectura
- multiplicidad de autores, de voces
- multiplicidad de lenguajes
- totalidad conjetural, múltiple
- multiplicidad de posibles comienzos y finales
- entrecruzamientos” (San Martín, pág. 48)

Es decir, de una multiplicidad que es una suma de fragmentos que así como cobran sentido para el que produce el hipertexto, cobra un sentido nuevo, diferente, en la lectura que hace cada usuario, en su propio recorrido, y según sean sus condiciones individuales, grupales y sociales de construcción de sentido.

Si antes del hipertexto, en las propuestas teóricas sobre comunicación más avanzadas, ya se sabía que el emisor no tiene ninguna garantía acerca cómo puede interpretar cada receptor su discurso y, además, que lo normal eran las asimetrías entre ambos, ahora esa incertidumbre se ha multiplicado como si respondiera a la Ley de Moore. Por eso el desarrollo de competencias es fundamental. Sin esa educación multimedial, sin esa alfabetización múltiple de la que hablábamos, las brechas se ampliarán más y más y la distancia entre incluidos y excluidos será tendencialmente abismal en esta Era Digital.

Referencias del Apunte:
1.- Texto elaborado sobre la base de los libros: San Martín, Patricia (2003) ‘Hipertexto. Seis propuestas para este milenio’. Edit. La Crujía. Bs.As.; Igarza, Roberto (2008) ‘Nuevos medios. Estrategias de convergencia’. Edit. La Crujía. Bs.As.; Aguiar, Henoch (2007) ‘El futuro no espera. Políticas para desarrollar la sociedad del conocimiento’. Edit. La Crujía. Bs.As.; Triquell y Vidal (comp.) (2007) ‘¿Recursos virtuales para problemas reales?’. Edit. Brujas. Córdoba; Piscitelli, Alejandro ( 2002) ‘Meta-cultura’; Edic. La Crujía, Bs.As. y Fidler, R. (1998) ‘Mediamorfosis. Comprender los nuevos medios’; Edit. Granica.
2.- El chip es un circuito integrado y fue creado en 1958.
3.- Valen algunas aclaraciones: el precio dependerá de la regulación del mercado y ahí el Estado tiene que cumplir un rol importantísimo. Las redes crecen casi sin dueños, pero hay servidores, proveedores de software, buscadores y empresas que cumplen roles fundamentales para la navegación en la red que se han posicionado como líderes en el mercado. No siempre lo que nos ofrece entre las primeras opciones un motor de búsqueda cuando ponemos una palabra clave es lo mejor, lo más adecuado.
4.- Fuente en relación a rendimiento de los aprendizajes: Operativo Nacional de Evaluación de la Calidad Educativa. Datos de 2005.
5.- Se entiende por hipermedialidad, en este apunte, la hipertextualidad. Distinto es hablar de multimedia: las posibilidades que brinda una computadora y sus periféricos para trabajar individual o colectivamente; y de multimedio: distintos tipos de medios tradicionales y nuevos de comunicación e información que pertenecen a un mismo capital (casos Clarín, Telefónica, en el país).