jueves, 3 de octubre de 2024

Ramón Argentino Avila, el ‘Negro’: El secreto del punto de vista

 




Hace casi 30 años fallecía Ramón Argentino Avila, el ‘Negro’ (sin ningún tipo de connotación racista, siempre es el Negro para mí).

Si uno pudiera insistir con el sentido común – ese horrible sentido común que nos ata a lo más brutal y a la vez sutil de nuestros condicionamientos – lo primero que dice es “demasiado joven, demasiado rápido” para irse. Cosas que uno dice cuando la realidad se vuelve algo inefable y el dolor impide todo razonamiento mejor.

Pero el Negro no se fue, simplemente, solo pasando por la vida. Dejó tras de sí los recuerdos de tiempos compartidos – que irremediablemente se irán con nosotros, sus contemporáneos – y dejó sus fotografías.

Fotos en blanco y negro, porque tal vez nuestra contemporaneidad, nuestro formateo analógico, hacían que tanto él como Guille y como yo (aunque sólo por casualidad alguna vez logré una buena foto) eligiéramos retratar en blanco y negro porque los grises son los que mejor desnudan la complejidad de lo humano y hoy más que nunca apelan, rompiendo, la mirada habitual.

Por años Guillermo García, otro gran fotógrafo y amigo, se encargó del Negro, de la memoria. Pero Guille también se fue y así otros… y finalmente somos muy poquitos los que vamos quedando por un tiempo más para recordar las vivencias,  esos tiempos compartidos, e invocar a ese Negro que hablaba a través de sus imágenes y ni siquiera sobre ellas porque le resultaba complicado explicitar el  por qué de esa toma, de ese punto de mira, de ese sujeto/objeto fotografiado, del cómo y del para qué. Sus imágenes podían funcionar como alaridos, es cierto, pero mágicamente silenciosos en términos de palabras. No hacían falta.

Entonces ahora me pregunto por qué.

Está dicho ya que el Negro fue el que mejor retrató una Rioja, no cualquiera, no toda. Su foco estuvo puesto en La Rioja de la pobreza estructural, del sufrimiento callado y muchas veces resignado ante el destino, del abandono. Pero a la vez son retratos de la resistencia desde lo poco e incluso a veces desde la nada, como cuando cubríamos las consecuencias de un temporal fortísimo que cayó sobre la zona que después ocupó la ciudad universitaria y por entonces era un asentamiento precario, de tiendas de cartón y tetra.

En términos del ensayista Didi Huberman, uno podría decir que sus fotos son “sublevación”.

El francés afirma que “toda imagen tiene una dimensión política” y  por lo  tanto da testimonio de la tragedia, aunque solo pueda hacerse eso y no evitarla. A su manera es “una sublevación”: es “una esperanza para el futuro”, o mejor: “la relación entre el deseo, que va hacia el futuro, y la memoria”. Esa relación no  resulta anacrónica  sino vigente aún hoy, cuando volvemos a sus imágenes – porque  está exponiendo “todas las complejidades del tiempo”. En particular cuando, como suele pasar año tras año, quienes le suceden lo recuerdan con una muestra que expone sus fotos a través de un montaje.

El negro me acompañó varias veces a mis clases, por entonces en el secundario, y allí generosamente desplegaba sus fotos. Pero le resultaba muy complicado explicar la razón por la cual disparó su cámara analógica  en el momento que lo hizo y no antes o después; o por qué eligió un determinado ángulo o por qué hizo ese encuadre y no otro. Entonces uno puede decir que técnicamente él dominaba sus equipos y el lenguaje, pero no basta, porque eso no explica por qué en el mismo escenario y con equipos similares sólo él lograba esas imágenes.

Y Susan Sontag, otra ensayista pero norteamericana (Sobre la Fotografía, 1977), puede ayudarnos con eso.

Dice Sontag que la imagen fotográfica no es la “mera transparencia de lo sucedido” v siempre es “la imagen que eligió alguien”. No es objetiva aunque el momento retratado haya existido. Siempre tiene un punto de vista, Fotografiar es encuadrar y encuadrar es excluir. Hacer fotos es “un acontecimiento en sí mismo” que puede captar rasgos fundamentales de la condición humana.

Entonces el Negro no podía/no quería hablar de sí mismo, de su punto de vista.  Y su punto de vista fue siempre el de alguien que, como Maradona, se desmarcó de lo esperable, de las reglas, de las posibilidades, de las rutinas,  de lo ‘normal’, pero nunca se desclasó, aunque haya logrado con el tiempo mejorar sus condiciones objetivas de vida. A ninguno de nosotros nos sorprendió, tal vez por eso, que en sus últimos años se haya pronunciado públicamente a favor del progresismo. Era parte de su estrategia de supervivencia.

Como sostuvo Sontag “las fotografías del sufrimiento y martirio de un pueblo son más que recordatorios de la muerte, el fracaso, la persecución. Invocan el milagro de la supervivencia” y así  se constituyen en la memoria de los pueblos.

Tal vez la vigencia de las imágenes que lo sobreviven no deba ser buscada ni únicamente en su carácter documental ni tampoco en el plano estético. Tal vez el secreto sea su punto de vista.

 

María Rosa Di Santo

La Rioja, setiembre 2024




 


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