sábado, 5 de octubre de 2013

Conflicto en la Universidad Nacional de La Rioja

TOTALITARISMO EN DEMOCRACIA:
UN REGIMEN IMPUNE EN UN ESTADO IMPOTENTE

LA RIOJA,  oct 6 - El 15 de julio pasado Enrique Tello Roldán

asumió su octavo mandato consecutivo como rector de la Universidad

Nacional de La Rioja.
Lo hizo por unanimidad, con el 99 por ciento de los votos. Ni votos en

blanco hubo. Tampoco oposición, eliminada cada tanto mediante alguna

purga, al estilo stalinista.
Esperaba completar este mandato hasta 2016 con una vicerectora

inexperta, médica, de 31 años: Valeria Quinteros.
A lo largo de este período Tello Roldán impuso un régimen de

sojuzgamiento y terror. Todo aquel que quería trabajar en él debía

postrarse a sus pies.
Las más diversas arbitrariedades y abusos de poder se han cometido en

esta Universidad nacional que, en plena democracia argentina, parece una

isla. Muchas traspasan las rejas de la universidad recién ahora.
Empezó contratando docentes por doce meses, para luego cubrir sólo siete

meses al año; cubriendo más y más cátedras con las mismas personas y por

el mismo precio, a medida que abría carreras como puestos de fruta.
Llamaba a concurso por cargos simples y sólo si el ganador hacía

profesión de fe, aumentaba la dedicación.
Antes de cada elección solía tomar el teléfono y barría la agenda del

personal con llamadas directas, confiando en que "me dará su voto".
En 1998 le supe decir que no votaría a su candidato para decano del

departamento de Ciencias Sociales. Inmediatamente entré en supuesta

incompatibilidad y cobré menos.
Presenté los papeles vía administrativa, como prevé la ley, que un año

después se habían perdido del expediente.
Finalmente me enteré que ya no formaba parte del plantel porque no tenía

nada depositado, según el cajero automático.
Denuncié la situación públicamente, ante el silencio de todos. Fui de

las primeras, pero no la excepción sino, de ahí en más, la regla que

alcanzó a cientos de personas, de distinta manera.
La UNLaR era ciega, sorda, muda. Imperturbable.
Por entonces ya tenía denuncias por desmanejo de fondos públicos y luego

se sucedieron las de la FUA, gremios docentes y codocentes.
Asumió el gobierno nacional la Alianza y no pasó nada. Asumió el

peronismo, tampoco. Ningún órgano de control quiso tocarla. Y el régimen

se regodeó en su propia impunidad.
Tello Roldán organizó gremios y centros de estudiantes afines, los

únicos que podían funcionar, y cada tanto traía un sospechoso premio del

exterior.
Hasta que el 14 de setiembre pasado el escándalo estalló en las redes

sociales, el 18 se convirtió en toma de la ciudad universitaria y salió

a la calle tres veces, la última el domingo pasado, con una marcha jamás

vista en La Rioja: más de 20.000 personas.
En cualquier caso, diez cuadras de gente, mucha que no había salido

jamás por ninguna razón.
Una "marcha tierna" como dijo el secretario del consejo Superior, José

Luis Giromini.
Tierno y duro son adjetivos siempre relativos.
Dice German Pratt que lo ocurrido es consecuencia de las "situaciones

generadas por la forma de ejercicio del poder y por el rumbo nefasto a

que se orientaban las acciones", como "la desvinculación inconsulta y

forzada de docentes en edad jubilatoria y las reducciones de dedicación

a docentes en la liquidación del mes de Agosto".
Tello Roldán encuentra su fin por los estudiantes y unos pocos docentes

y codocentes que son, todos juntos, la imagen misma del hartazgo en

medio del discurso permanente de una discutible "excelencia académica".
Jóvenes que desde hace más de 20 días duermen en el piso, en carpas,

resguardando el complejo edilicio que hizo construir Carlos Menem cuando

fue presidente.
Una pomposa ciudad de la ciencia y de la técnica encabezada por el

rectorado, lógicamente el más alto, que el rector decoró con esmero, con

réplicas de un pasado helénico del que quiere hacer gala, con maderas

lustradas, un ascensor personal y sin rampas.
Se hizo construir un hospital de clínicas que nunca funcionó del todo;

un centro de investigación que ahora es su bunker; un albergue y logró,

sí, la urbanización del sur de la capital y la ampliación del mercado

inmobiliario mediante la construcción de miles de mini departamentos

para estudiantes de San Juan, Catamarca, Salta, entre otros sitios.
El 'académico' no dudó en traer a la barra brava del club Belgrano de

Córdoba, los 'piratas', para que intentaran recuperar el edificio al

inicio de la toma, visto que aquí la policía federal tiene escaso

personal y los gendarmes fueron llevados al conurbano bonaerense, por

suerte.
Presionado por gobiernos, dirigentes de todos los sectores y colores,

entidades de diverso tipo y la toma en sí Tello Roldán redactó una

renuncia mal escrita, supuestamente indeclinable, que aún espera ser

aceptada.
Y habló, mostrándose como nunca antes como aquel hombre providencial que

vino a traer la civilización a la barbarie: "Ganó Barrabás, aunque yo no

soy Cristo".
MRS

No hay comentarios: