Henoch Aguiar, experto en telecomunicaciones
“La riqueza consiste en producir conocimiento”
El autor de El futuro no espera asegura que “el diario debe ser cada vez más un ordenador de los fragmentos propios de la explosión del conocimiento”. Y advierte: “Esa mirada universal es su fortaleza. Pero el paradigma de la información general ya no existe”.
Patricio Barton
28.12.2009
Currículum. El ex funcionario de Raúl Alfonsín, Carlos Menem y Fernando De la Rúa hoy es docente de Legislación Comparada y Comunicación Organizacional de la UBA.
“Los medios están cada vez más exigidos por un público que está cada vez más especializado y ya no se conforma con generalidades”, dice Henoch Aguiar, un experto en telecomunicaciones que se ha desempeñado tanto en el ámbito académico como en la función pública.
“Es una paradoja: necesitamos medios con una visión de 360º, pero a la vez somos muy exigentes en nuestra visión focalizada sobre esos mismos medios. Esto indica que los medios especializados, en la medida en que sean confiables, tenderán a crecer”, dice Aguiar, para quien la actual obsesión es el acceso a la “sociedad del conocimiento”: un sistema fragmentado, hiperespecializado, en el que el conocimiento funciona como el principal motor de la economía.
“La gran riqueza de la Argentina no tiene nada que ver con el petróleo, ni con las reservas de agua potable, ni con la soja; consiste en producir y hacer circular conocimiento”, dice el autor de El futuro no espera, el libro editado por La Crujía, en el que se explaya sobre estos temas. “En la era industrial bastaba leer el diario y ya era suficiente para estar informado. En ese sentido era muy igualador porque el diario que leía el intelectual, el ministro o el empresario era el mismo que leía cualquier otro ciudadano porque la puerta de acceso a la información era una sola. Hoy en día esto ya no es así. La explosión del conocimiento ha llevado a un proceso de infinita especialización y diversidad”.
–¿Eso significa una condena para los diarios actuales?
–El diario debe ser cada vez más un ordenador de los fragmentos propios de la explosión del conocimiento. Todavía esa mirada universal es una fortaleza de los diarios. Pero deben saber que el paradigma de la información general ya no existe. El conocimiento circula desde las particularidades y en forma de red. Los diarios tienen que ordenar ese movimiento para ser partícipes activos de la sociedad del conocimiento.
–Nunca se asoció la producción de conocimiento a los medios masivos…
–No. La principal usina de conocimiento es la universidad. En los últimos años se ha multiplicado por seis la cantidad de estudiantes universitarios en todo el mundo. Y la Argentina tiene aún una gran reserva educativa. Nuestro país puede crecer en la sociedad del conocimiento, porque tiene lo más difícil de obtener, que es un sistema cultural proclive a ello.
–Al observar los contenidos de los medios no se aprecia que haya en el público una avidez por el conocimiento.
–Están pasando muchas otras cosas por fuera de los medios tradicionales, y por dentro de los nuevos medios. El conocimiento circula en red y por eso las nuevas tecnologías son las que hay que desarrollar para que ese conocimiento circule mejor.
–¿Alcanza con proveer esas rutas de circulación?
–Seguramente no, pero sería un paso. El conocimiento circulando en redes regenera Estado, ciudad, soberanía, riquezas; y eso a nivel mundial está sucediendo claramente. Este fenómeno puede ser atrasado o acelerado por decisiones políticas. O sea que un país puede acceder a la sociedad del conocimiento como ventaja o como obligación, pero no tiene manera de mirar desde afuera. En materia de comunicaciones hay dos Argentinas: un eje que conecta a Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Mendoza, Bahía Blanca y Neuquén, que son los trayectos que hacen las nueve autopistas de fibra óptica que hay en el país. A 50 kilómetros de esos lugares no hay nada. En Jujuy puede cortarse internet por dos días como ocurrió el año pasado. O Tierra del Fuego puede quedar aislada por varios días incluso sin cajeros automáticos, porque la precariedad técnica es inmensa. Tienen un nivel de conectividad que tiene diez años de atraso. La conexión a internet es como el sistema arterial, si no irriga bien no hay manera de que llegue sangre al cerebro. Así es como está condicionado el conocimiento por un mal nivel de conectividad.
–Con este panorama, la televisión parece más instalada que internet, pero sin ningún papel en el desarrollo de la sociedad del conocimiento que usted describe.
–La televisión masiva está en serios problemas. El nivel de encendido de los televisores ya está siendo superado por el de las pantallas conectadas a internet. A los chicos ya no les interesa tanto la televisión, y están formando hábitos de diseño de su propio menú mediático. En muchas casas, hay padres mirando televisión y chicos en sus computadoras. En ese recambio generacional ya no hay retorno. Contra lo que muchos piensan, yo veo más posibilidades de supervivencia de los diarios que de la televisión masiva.
Críticas a la ley de medios K
Frente al último debate sobre la ley de medios usted mantuvo una postura crítica. Sin embargo, el proyecto aprobado parece dar un espacio mediático importante a las universidades, a las que usted considera el principal motor de la sociedad del conocimiento.
–En principio, yo no creo que haya habido un debate serio en torno a la ley de medios, sino una disputa de poderes más propia del divorcio de los Roses. Mis críticas a esa ley nunca fueron generales, sino particulares. Celebro que sea una ley de la democracia, pero tiene muchas cosas para corregir. De todos modos, no creo que eso tenga mucha incidencia en el desarrollo de la sociedad del conocimiento. Porque la ley de radiodifusión en la década del 80 tenía un peso muy importante, pero hoy en día ya no es tan así porque el reinado del sistema de radiodifusión está siendo disputado por la avanzada de internet y los celulares, y esa tendencia es irreversible.
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