domingo, 12 de abril de 2009

Análisis del campo de la información en La Rioja

Expomedios – Buenos Aires, agosto de 2005
Mesa: Función del periodismo local y regional
Expositor: Lic. Mag. María Rosa Di Santo – ONG El Pasillo – La Rioja




• Marco de análisis del campo de la producción, circulación y consumo de información periodística en La Rioja en el presente: Pierre Bourdieu

• Capital: información



En el campo actual de la producción, circulación y consumo de información periodística en La Rioja, podemos distinguir cuatro posiciones fundamentales:


a.1.- Los consumidores de información, es decir, los receptores de medios. Esta categoría de los agentes incluye a la gran mayoría de la población, dominados, que pertenecen a familias donde la norma es que al menos uno de sus miembros esté en relación de dependencia del Estado. Respecto de esta categoría de agentes nos parece preciso hacer las siguientes observaciones:

I.- Si bien la mayoría se limita a consumir información, cada vez más desde la apertura de las radios FM (1986) y la preservación de la identidad por parte de los medios, la población en general utiliza a los medios para exponer sus problemáticas y, con ello, en ocasiones llega a fijar parte de la agenda rutinaria de algunos medios (en particular, por la necesidad de esos medios de captar y mantener audiencia e imponer el tratamiento de problemáticas que no surgen de las fuentes de información habituales.

II.- El consumo de información está directamente relacionado con la pérdida del poder adquisitivo de la mayoría de la población en los últimos años. Por lo tanto, lo común es que la gente tenga pocos canales informativos, en general los que recibe gratuitamente (las radios y la única emisora de TV, estatal) y sólo una minoría esté en condiciones – al menos potencialmente – de acceder a una pluralidad de medios a través de los diarios, servicios de cable, TV satelital e Internet.

III.- Sin embargo, la pobreza educativa y la situación de familias que reproducen, generación tras generación, la misma situación de carencia cultural en general, también determinan que aún cuando posean la capacidad de acceso, al seleccionar sus consumos sigan las mismas pautas que cuando el ingreso (económico) era más restringido, según surge de varias investigaciones realizadas en La Rioja para la UNLAR y FLACSO entre 1996/2004.



a.2.- Las fuentes habituales de información: todas las instituciones del Estado, en particular el Poder Ejecutivo de la provincia; los mandatarios y la dirigencia en general (política, sindical, eclesiástica, etc.).

I.- Por supuesto, los agentes de esta categoría también consumen la información que producen los medios, pero en todo caso son consumidores ‘de elite’ puesto que no sólo tienen acceso a pluralidad de fuentes sino que además cuentan con el asesoramiento especializado para interpretar el discurso público día tras día.

II.- Son fuentes habituales en tal forma que, en particular en el ámbito del Poder Ejecutivo, son los sitios donde aún los medios de estructura más pequeña destinan coberturas fijas durante la mayor parte del día.



a.3.- Los medios de comunicación: ocupan una posición intermedia. Pero por sus condiciones estructurales, ninguno se equipara en términos de poder a los agentes que actúan como fuentes. De los medios, nos parece importante decir que:

I.- Existen medios locales privados, cuyo ingreso prácticamente excluyente proviene del Estado, dado que es el motor de la economía provincial , sea en términos de espacios publicitarios, sea en términos de subsidios u otras ‘atenciones’ más o menos permanentes que provienen de las arcas públicas.
Son, por tanto, permeables al discurso oficial, las relaciones con el poder y el tráfico de influencias.

II.- Existen medios locales públicos que, en el marco de una confusión conceptual y práctica entre Estado/Gobierno/Partido/Facción de partido gobernante que es parte del sentido común, se financian con el presupuesto provincial y son administrados por el gobierno de turno.

III.- Existen filiales de medios públicos de alcance nacional: que se sustentan con financiamiento nacional pero que, de vez en vez su gestión depende de la red de relaciones políticas que establece el gobierno provincial con el nacional.

IV.- Y existen corresponsalías de medios privados de alcance nacional, que no dependen económicamente del Estado provincial pero para los cuales la provincia de La Rioja como tal – y superada la etapa de las presidencias Menem – es un punto mínimo de interés si se lo compara con las problemáticas nacionales, porteñas y de las ciudades más pobladas del país. Esto dificulta que la producción de reportes desde La Rioja sea tenida en cuenta por las ediciones nacionales. Además, por el bajo consumo de estos medios entre la población riojana, el alcance efectivo de lo que publican es mínimo si se lo mide a nivel popular. Pero, al contrario, cuando uno de estos medios nacionales hace trascender una problemática local al ámbito nacional, el efecto es amplio y temido por los sectores dominantes de la provincia.



a.4.- Los periodistas. Los consideramos una categoría aparte porque por sus características no ocupan la misma posición que los medios para los cuales trabajan. No por el manejo privilegiado de la información y las fuentes que poseen, sino porque, asalariados o no, son subordinados en los medios;
*están – como todos los trabajadores – afectados por la política de flexibilización laboral;
*no reciben un pago suficiente y por lo tanto en la mayoría de los casos completan su ingreso personal con otros, que provienen de áreas del propio Estado (son a la vez empleados privados y públicos, por caso) o, en algunos casos, aceptan prebendas como resultado de su red de relaciones con los sectores de poder que terminan, en cualquier caso, condicionando su propio trabajo.
*Además, y a estar por lo ocurrido en los últimos quince años, no han podido lograr que un gremio (hubo varios intentos) defendiera colectivamente sus intereses más allá de la obra social y, por presión directa de los medios de comunicación que se amparan en la Constitución nacional, tampoco pueden colegiarse.



En función de la posición que ocupa, cada agente tiene sus propios intereses, que orientan sus prácticas:

Para el público consumidor ‘estar informado de lo esencial’ es una forma de ser parte de la vida pública – y privada en buena medida, dado que se trata de una comunidad chica – y tener temas de conversación con sus relaciones; también la creciente tendencia a participar de los medios como fuentes eventuales amplía la posibilidad de lograr otro tipo de beneficios (mejores servicios y obras para las comunidades barriales; respuestas más rápidas frente a trámites o el planteo directo de otros sentidos del orden social, a través de la crítica del manejo de la cosa pública).

Para las fuentes dominar el campo de la información pública implica determinar qué se dice, cuánto y cómo se dice lo que se dice y qué no se dice. Este recorte absolutamente planificado de la información a través de la cual se produce y circula el discurso público es absolutamente funcional al mantenimiento del statu quo y, por tanto, de las estructuras de dominación. Por eso destina buena parte de los fondos específicos para ‘apoyar’ a las empresas periodísticas y, si estos mecanismos no son suficientes, utiliza su red de relaciones con esas mismas empresas o con sus responsables públicos o privados para obtener sus fines. Esta lógica de funcionamiento es absolutamente desembozada. A través de los medios, los sectores de poder actualizan las versiones de la realidad que les resultan más convenientes en un momento histórico dado y legitiman el discurso único.

Para los medios el interés específico es sobrevivir en el mercado y acumular la mayor cantidad de bienes económicos posibles. A diferencia de algunos diarios, por ejemplo, a nivel nacional, no se observa en el tiempo una apuesta importante por lograr que la permanencia en ese mercado esté signada por el capital simbólico, el prestigio que daría ser un medio ‘creíble’ que va más allá de los gobiernos de turno. De cualquier manera, los ‘turnos’ de los gobiernos son, en todo caso, demasiado extensos en relación a una democracia ‘normal’.

Finalmente, para los periodistas los intereses específicos son varios y operan simultáneamente: sobrevivir de su trabajo; mantenerse en ese tipo de trabajo y en lo posible ascender en la escala profesional; poseer una buena red de fuentes de información que solventen ese crecimiento y ser reconocidos y respetados por fuentes, medios y población en general. La diversidad y el peso de las especies de capital que ponen en juego los periodistas normalmente implican fuertes conflictos a nivel individual y grupal, porque en ocasiones resultan intereses contrapuestos entre sí. Es decir, de poco vale vivir cómodamente en función de un buen ingreso si uno está absolutamente desacreditado, por ejemplo.


En ese marco lo que se resiente fundamentalmente es la circulación de información de calidad para fortalecer la sociedad civil y formar un ciudadano crítico capaz de ir rompiendo los vínculos de dependencia y motorizar, en el tiempo, algún cambio.


La ONG que represento, El Pasillo, en el año 2003 instaló una radio FM que todavía está en el aire, no sin problemas, como la primera emisora de corte alternativo y cultural en la provincia. Es decir, como una radio comunitaria básicamente orientada a la cultura, que intentara ser alternativa en términos de gestión, contenidos y formatos.

Durante seis meses del año 2003 un pequeño equipo de trabajo intentó producir un programa matinal atípico, en relación a los formatos convencionales, que ofreciera información, pero a diferencia de las demás propuestas, que lo hiciera de manera independiente, bajo una mirada analítico-crítica no exenta de humor que ofreciera pautas de interpretación a lo meramente superficial, en relación a los contenidos; y que manejara otros tiempos, más pausados, más lentos, si quieren, a los que rigen en las mañanas típicas de las emisoras comerciales.
La experiencia fue riquísima en términos personales, institucionales y en la respuesta del público, con una particularidad: raramente los oyentes se comunicaban con nosotros por teléfono – pese a que abríamos polémica sobre diversos temas – pero era constante la referencia a lo dicho en el programa y el nivel de acuerdo o desacuerdo con las posiciones asumidas en el contacto cara a cara.

La experiencia fue pobre en términos económicos. No pudo sustentarse. Prácticamente ningún anunciante privado apostó por la propuesta. Por supuesto, tampoco lo hizo el Estado en sus diferentes niveles y estructuras, pese a los pedidos de que fuera equilibrada la inversión pública en su distribución entre los medios. Silencio de radio. Intentamos hacer una convocatoria de socios o personas que aportaran 5 ó 10 pesos al mes para sostenernos. Decíamos: si logramos muchos, no es demasiado esfuerzo y podría lograrse. Pero ni siquiera teníamos cobrador.

En el equipo había quienes trabajaban sin cobrar y otros que cobraban poquísimo. Cuando ni siquiera pudimos pagar los servicios básicos y nos endeudamos personalmente, esa propuesta matutina se volatilizó junto con el año. Hubo otro intento en el 2004, con iguales resultados. Y además nos fuimos encontrando con la carencia de gente formada que se comprometiera con un proyecto ideológico de este tipo. Como si lo distinto, ya asustara por sí mismo.

¿Cómo cumplir la función que sabemos que los medios deben asumir frente a este estado de cosas? ¿Cómo romper una trampa que casi todos, propios y ajenos, explícita o implícitamente reconocemos que existe? No lo sabemos. Sí sabemos que no basta con la voluntad ni la inversión de tiempo y esfuerzo de un grupo. Y que por temor, apatía o esta cosa de la profecía autocumplida, ni siquiera el público que se siente cómodo con la propuesta responde como debería.

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