Sostengo el nombre de mi blog, porque me sigue dando muchas satisfacciones. Sin embargo en esta etapa de mi vida, este blog es el medio que elijo para expresarme sin cortapisas, sencillamente. Podrán ser materiales propios o ajenos - con las citas correspondientes - pero en todos los casos los he compartido por considerarlos de algún valor.
sábado, 27 de junio de 2015
30° Aniversario del Profesorado 'Mario Alberto Crulcich': UN BUEN LUGAR
Pienso en el cumpleaños 30 del Crulcich e inevitablemente la
memoria se transforma en caras, en nombres y apellidos, en escenas
específicas, en determinados espacios, en tiempos compartidos.
En tres décadas una institución está atravesada por historias,
expectativas, sueños y frustraciones. Luchas, éxitos y fracasos.
Pura vida.
Tantas personas circulando a lo largo de 30 años por el
Profesorado de Arte, como le llamamos casi todos, en lugar del
Instituto Superior de Formación Docente y Técnica en Arte y
Comunicación, taaaaan largo, y sus derivaciones....
Somos las personas las que hacemos las instituciones, aún cuando
estas nos preexistan, que casi no es este el caso. La hacemos con
la acción, la acción sencilla, de todos los días. Con la acción
decisiva, que define caminos. Y con la omisión, el silencio.
Las instituciones, sobre todo las públicas, responden a marcos
normativos generales, pero no hay una igual a otra aún bajo las
mismas reglas. El Profesorado es una muestra acabada de ello. Con
sus más y sus menos, no es lo mismo estar ahí que en cualquier
otra institución de educación superior similar.
Y lo que cambia no parece mucho: es la materia (el arte, la
comunicación), y son las personas. Personas que, puestas en otras
instituciones, no somos sin embargo lo mismo.
De 30 años de vida institucional, yo llevo compartiendo miles de
las horas de mi vida durante más de 20 años. Un montón para ambos.
No he sido siempre feliz allí, pero siempre he sentido que es mi
lugar preferido de trabajo en La Rioja. Tampoco somos todos buenos
ni simpáticos ni amigables. Somos nomás como somos los humanos,
pero me he encontrado ahí con mucha de la mejor gente conocida en
mi vida laboral.
Mientras nos lo permitieron, hicimos una práctica de la democracia
y luchamos luego por no perderla, aunque por decisiones políticas
que a veces parecen retroceder en lugar de avanzar, es algo que
efectivamente ocurrió.
Por fallas de infraestructura, por años pude dar clases públicas y
abiertas en el salón, como deberían ser todas en este nivel. Aún
hoy, con un edificio en remodelación que promete aulas
tradicionales, seguiría prefiriendo fisurar los muros.
Párrafo aparte merecen los alumnos, muchas de cuyas caras también
son parte de mi memoria. Los he tenido de locución, de producción
de radio y tv, unos pocos de operación técnica, del profesorado de
música, de la tecnicatura y el profesorado de artes visuales, y ha
sido una experiencia única en cada caso. A veces excelente, otras
para nada, pero en la mayoría de los casos muy buena. Hay hasta
algunos exámenes que han sido inolvidables por el singular nivel
de apropiación de los conocimientos o porque uno simplemente
entrega la toalla, sumido en la frustración de no haber hecho
suficiente. Ahora integro tribunales con algunos de ellos, y
participan y discuten, como yo prefería que hicieran en las
clases.
Entré al Profesorado cuando se abrieron las carreras de
comunicación, al calor de la firma de un convenio entre el ISER
Buenos Aires, cuando estaba León Guinzburg, y la Gobernación de La
Rioja, durante el mandato de Bernabé Arnaudo.
Como varios de mis colegas, fui convocada por el prof. Crulcich
cuando los docentes se designaban sin la mediación de comisión
alguna y los papelitos no eran tan importantes.
Me la pasé intentando ser docente, pero no estoy segura de haber
aprendido. En un momento dado me tocó ocupar la jefatura de
investigación, compartiendo mandato y trabajo con Loly Juarez y
Ariel Rivadero, a cargo de los otros dos departamentos. Y
trabajamos cómodos, juntos, en el respeto y la confianza mutuas.
Esa función temporaria terminó llevándome hacia los equipos
técnicos del Ministerio y la investigación casi como única
ocupación. Así, en lo profesional, lo que no pude hacer en la
Universidad, por la estupidez del régimen tellista, lo hice en el
sistema provincial en y a partir del Crulcich.
Desde su Proyecto Educativo Institucional, que nosotros mismos
elaboramos, nos pensamos diferentes: “Esta institución y su
comunidad educativa privilegian en su accionar pedagógico la
libertad de cátedra, la democratización de la enseñanza, la labor
participativa y responsable, abierta a la innovación y al cambio
basados en la investigación y sustentados en un diseño
comprometido con la política institucional...".
(http://ifdctayc.lrj.infd.edu.ar/)
Tal vez aún no se haya logrado, pero nadie puede negar que hemos
tenido objetivos claros y que muchos lo hemos intentado.
Y sí, al final en eso consiste.
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